Hoy me apetece hablar de Cholo, uno de los caballos más importantes en mi vida (por no decir el más).
A simple vista no es más que un poni D de tanda salido del medio del monte, castaño, bruto y tosco, viejo, poco sociable con otros caballos y nada cariñoso con las personas, lento y rabudo, que lo único que tiene un poco decente es una pequeña mancha blanca en la cara que apenas se ve.
Esa es la imagen que tienen de él la inmensa mayoría de las personas, la cual he tenido la suerte de poder desechar y aprender mirar más dentro, aprender a entender, a saber apreciar las cosas bellas, que aunque no lo parezca, se esconden en los lugares más simples a primera vista.
Cholo fue el primer caballo que monté en mi vida, él me ha enseñado casi todo lo que sé, gracias a él no solo tengo equilibrio ni asiento, tengo paciencia, tengo ganas de mejorar día a día y sobretodo sé apreciar las cosas de verdad.
Cholo era el típico olvidado, del que nadie quería saber nada.
Estaba ahí para los novatos que llegaran, que a los pocos meses pasarían a otros caballos y se olvidarían de él. Yo fui una de esas principiantes, pasé a otros caballos, pero fue entonces cuando me di cuenta que de verdad merece la pena parase a pensar un poco, mirar hacia atrás, y me decidí por él.
Estaba ahí para los novatos que llegaran, que a los pocos meses pasarían a otros caballos y se olvidarían de él. Yo fui una de esas principiantes, pasé a otros caballos, pero fue entonces cuando me di cuenta que de verdad merece la pena parase a pensar un poco, mirar hacia atrás, y me decidí por él.
Lo bueno de todo esto es que como nadie más lo quería, lo tenía "todo para mí" por así decirlo.
Muchas veces me tropecé con la realidad, y es que no dejaba de ser el poni que era, por mucho que me empeñara a sacarle los brillos, pero yo lo quería tal y como era, y al fin y al cabo no me hacía falta contentar a los demás.
Con Cholo pasé momentos felices, incluso exagerando un poquito, mágicos, de los cuales nunca me podré olvidar (aunque quisiera).
Con Cholo pasé momentos felices, incluso exagerando un poquito, mágicos, de los cuales nunca me podré olvidar (aunque quisiera).
Con él aprendí a saltar, a galopar, a no caerme, a montar a pelo, horseball, con él hice mi primera gymkana, mi primera carrera, salidas al campo... Sabía qué árboles le gustaban más (los robles), donde prefería que lo acariciaran (en la frente muy despacio, se dormía) su comida favorita (prácticamente todo jajajajaja este no tenía mucha ciencia)...
Hoy cuentan ya 7 meses que no lo veo, y probablemente nunca más lo vuelva a ver.
Lo echo de menos todos los días.
Todos los días me viene a la cabeza un recuerdo en el que aparece, un recuerdo que me gustaría volver a repetir.
Nada me haría más feliz que verlo una vez más, sólo una, así tendría la oportunidad de despedirme de él de verdad, como por lo menos se merece.
Sí, me doy cuenta de que estoy hablando de un caballo, y puedo parecer cursi y exagerada, pero es la verdad.
Cholo fue el primero de todos, y pase lo que pase y afortunadamente, eso nadie, por mucho que se empeñe, lo puede cambiar.