Pues hoy estoy aquí estrenando el nuevo diseño del blog para ponerme al día, ya que desde la última vez que escribí han pasado muchas cosas, así que empecemos por el principio:
Este Verano empezó de una forma inmejorable, con la oportunidad de poder, literalmente, vivir en la hípica.
De esta forma tuve la ocasión de poder montar a Manchi todos los días de la semana después de trabajar, y lo que ha mejorado en este último mes es el mejor regalo de fin de curso que podría tener.
Además, el pasado fin de semana (días 28 y 29 de Junio) pude disfrutar de la compañía de mis niñas, (AEPs) con las que disfruté de un finde genial con concurso de doma incluido al cual vinieron a animarnos. Añadir que el grupo está formado por gente de toda España (Zaragoza, Pamplona, Vitoria y Pontevedra) y en varios casos era la primera vez que nos veíamos en persona. Espero poder quedar pronto con ellas otra vez. ♥
El caso es que el pasado día 29 de Junio celebró un concurso de doma en el club, al cual fui con Manchitas. Con ésto de vivir en el club, tuve toda la semana anterior para ponerlo a punto para el concurso y la verdad es que el poni me sorprendió con lo mucho que mejoró esa semana, hubo clases en las que casi se me salta la lágrima de la emoción de verlo colocado y bueno, todo un orgullo poder decir que todo lo que mejoró lo conseguimos juntos.
Con tan buena disposición yo iba segura al concurso. No segura de ganar, ya que eso, primero: nunca se sabe, segundo: más que ganar, para mi lo importante era hacerlo bien y demostrar todo lo que habíamos mejorado.
Tristemente nada salió como esperaba y no hicimos ni una cosa ni la otra. Él estaba cansado de salir con los niños pequeños antes y yo no tuve todo el tiempo que necesitaba para intentar "enderezarlo" un poco.
Pese a todo, sé que él hizo lo que pudo y, como bien me ha dicho una sabia persona, lo importante es que todo lo que sabemos lo llevamos dentro, y un concurso no es más que eso, un concurso.
Así que para la próxima espero tengamos más suerte, y hasta entonces ¡a seguir trabajando! ♥
Y bueno, al margen del concurso, la vida en la hípica siguió su curso esta semana.
He de decir que vivir y trabajar en una hípica no es tan paradisíaco como pensaba: Al cuarto día de levantarte a las 7 a.m para meterte de lleno en paja y estiércol, ya no quieres salir de la cama.
Y aunque no quieras, el gallo que lleva cantando desde las 5:30 no te va a dejar conciliar el sueño.
A ésto le puedo sumar la progresiva destrucción de mi hombro izquierdo, que haciendo camas (aunque tampoco hiciera muchas) se ha querido suicidar en más de una ocasión.
Para colmo, a parte del desgaste físico, también toca el psicológico: Después de los trabajos de cuadra tocaba hacer de monitoras en un campamento hípico con más de 20 niños.
¿Lo mejor? Que mi tarea era que se "divirtieran" o que al menos aprendieran algo durante una larga hora de clases teóricas.
Aunque todo esto suene a infierno dantesco, después de la tempestad llegaba la calma, y esa calma venía en forma de hora de comer junto a Carmen, Isma y Vanessa: Dos horas cargadas de risas, lecciones culinarias y mucho vacile.
Luego de comer, las tardes eran mucho más oxigenadas, con limpieza de cafetería y un par de cosas más, el premio se acercaba en forma de clases o rutas.
Cabe añadir que descubrimos un paseo por el bosque nuevo que habrá que continuar explorando, a ver hasta donde llegamos.
Y por último, llegamos al día de ayer, donde nos despedimos del Rías Baixas durante unos largos 24 días con una divertidísima clase de salto, en la cual Manchi me ha vuelto a demostrar lo crack que es saltando (hasta 0.90 llegamos ♥).
Ahora toca poner la mirada en lugar que quizás queda algo lejos: Granada.
Qué ganas tengo de volver a Finca Malpasillo, ya por tercer año consecutivo a disfrutar de dos semanitas en las que primarán los caballos, la naturaleza, un buen ambiente y una mejor compañía.
Pero bueno, siempre acordándonos de casa; cómo voy a echar de menos a Manchitas.