Hoy me apetece compartir con los que leéis mi blog algunas reflexiones y pensamientos que me rondan ahora mismo la cabeza.
Este próximo curso va a significar un importante cambio en mi vida:
He terminado el bachiller y lo que haga a partir de ahora va a encaminar mi futuro, mi carrera y a fin de cuentas, mi vida.
Esta vida que a veces nos sorprende y nos abre puertas de forma inesperada.
Y así como unas se abren, otras también se cierran. Las etapas se suceden y tenemos que dejar cosas atrás.
Una etapa que se cierra en este cambio, es mi etapa en mi club, el Rías Baixas. Espero que no definitivamente, porque por nada del mundo quisiera perder a los amigos y caballos tan maravillosos que he conocido allí, pero sí por un largo período.
En definitiva, mi época de escuela y rutina allí se ha acabado.
Atrás quedan 3 años que no cambiaría por nada del mundo, para empezar, porque gracias a todo lo que he aprendido aquí, he decidido lo que quiero ser y hacer ahora. Me han abierto los ojos a la Doma Clásica, al esfuerzo y a la futura amazona que quiero llegar a ser.
Además, he adquirido una base que espero me ayude en los próximos retos que me vengan por delante, y sinceramente, espero poder estar a la altura de mis grandes profesores, y aquí incluyo a los caballos a los que les ha tocado aguantarme estos últimos años:
A Luna, Jokris, Klad, Pipa, Dreamer, Manchitas. Sin ellos no hubiera sido lo mismo. Me han puesto a prueba, me han reconfortado con buenos resultados en concursos, me han hecho llorar tanto de impotencia como de emoción y alegría, me han ayudado en definitiva a ser quien soy:
A tener paciencia pero sin temblarme el pulso. A ser exigente pero serena. A saber recompensar para ser recompensada. Valores que pienso que todo buen jinete debería tener.
Me emociono al pensar todas las grandes experiencias que he vivido a su lado, al igual que al lado de mis amigos. Can Alzina, los campeonatos gallegos, concursos de años pasados, fiestas de Navidad o las simples chorradas del día a día, que me quedo corta si digo que voy a echar de menos.
Ésta para mí ha sido mi casa estos años, y supongo que nunca dejará de serlo.
Y de cara al futuro, no sé, me da miedo pensar en lo que vendrá.
Es una mezcla entre incertidumbre y esperanza, porque en el mundo del caballo no sólo hay que valer y currarse mucho las cosas, sino tener suerte, mucha suerte.
Sinceramente, me considero una persona afortunada a ratos. Espero que los otras dos factores me valgan para compensarlo.
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